Que nos hayan hecho tres y que nos hayamos perdido goles abajo del arco, no dolió tanto como el hecho de que alguien se fué fastidiado y unos minutos antes de terminar el partido.
Porque, sepan señores, que Alabama se había acostumbrado que se podía empatar, casi siempre peder y a veces, muy de vez en cuando, ganar .... pero siempre ganabamos, empatábamos o perdíamos todos juntos.
Y si alguno sentia culpa, frustración o se hacía malasangre por alguna jugada fallida, ahí estaba el resto para apuntalar con alguna mentira piadosa: "perdimos pero no bajamos el nivel", "nos faltó una pizca de suerte", "el viento nos jugó en contra", etc.
Pero como cada sábado se renueva la mística, ahí vamos hoy, tozudos, a transpirar la camiseta para llenar de goles el arco imaginario de la amistad y escapar de nuestras brujas por un par de horas, verdadera motivación de los encuentros sabatinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario