Nacidos para empatar ...

"Poco Pique" es el nombre del noble equipo que transita la mitad de tabla, y que enfrentamos el dia de la bandera. Este rival nos mandó al entretiempo con un 0-1 en contra.

Pero como no esta muerto quien pelea.... y como nosotros nos entendemos mejor con la pelea que con el futbol, pudimos darlo vuelta arañando, rascando cada pelota que nos pasaba cerca. Sumemoslé un muy buen desempeño de Walter que sirve un gol desbordando, amontonando jugadores a un costado del area y dando el pase al compañero que venía solo por adentro.

Al ratito, el mismo Walter con un tiro libre rastrero, con la ayuda de la barrera que se abre como manteca ante el cuchillo caliente, nos poen en ventaja.

Faltando escasos minutos, ya sin piernas, tratamos de aguantar el resultado... con escaso éxito.

Casi caminando, y moviendose de un costado a otro, un zapatazo medio guaso, pero bien esquinado pone el 2 a 2 final.

A la semana siguiente, la cosa era brava. En una cancha mas chica, un piso más duro y un equipo ("Stella Maris") que marchaba segundo, y debía saltar el escollo para conseguir los 3 puntos para obligar al puntero.

Tarea fácil si tenemos en cuenta que enfrentaba al 15º... es decir, a nosotros.

Así que planeamos las cosas como mejor sabemos: un mediocampo cerquita de la defensa, para que nuestra parte del terreno se convierta en un campo minado donde no pueda rodar la pelota, donde el buen juego se encamine a otras canchas, en otras latitudes.

En el primer tiempo dió resultado, aunque el planteo nos generaba algunas dudas cuando nos tocaba en suerte tener el dominio de la pelota (dominio es una manera de decir...). Nadie daba tres toques seguidos, y nosotros nos fuimos contentos con el primer tiempo sin goles.

El segundo igual de laburado... hasta que un bonito disparo de media distancia se clava en el ángulo del arco que defendíamos con aínco. Tan hermoso gol que nuestro lungo zaguero tuvo que reprimirse las ganas de ir a abrazarlo, conformándose con un sincero aplauso.

Y de ahí a remar ... metimos algunos cambios, el equipo se adelantó y Huguito, Gustavito, el Guille, y el Tigre empezaban a pisar más la pelota y a enderazar un terreno muy inclinado hacia nuestro arco. Mientras que, quien escribe estas líneas se quedaba cerca del arquero rival, que se entretenía haciendo sudokus.

Faltaba tan poco para el final, que ya todos nos sentíamos muy contentos de haber consumado una derrota digna.

Apenas pasando el medio campo un tiro libre frontal, intrascendete, incapaz de asustar a ninguna defensa, es rechazado por un cabezazo del 2 que me habia marcado todo el segundo tiempo sin dejar de leer el suplemento ovación. Todos los rivales dieron algunos pasos adelante, y el Leo ... toma el rechazo del defensor y lo pone nuevamente en el corazón del área.

Nuevamente el 2, que se había adelantado unos pasos, se eleva para rechazar y la pelota le pasa a 3,7 milímetros y baja a la suela de mi pie poco hábil (el derecho, el izquierdo ni siquiera llega a la categoría de "poco hábil").

Si, la pisé de espaldas a menos de un metro de la línea de sentencia.

Se detuvieron las miradas, las respiraciones, el trote de los que estaban haciendo precalentamiento, la loca aureola del humo de un cigarrillo que fumaba un espectador y el vuelo de un pájaro que pasaba de casualidad.

¿Qué hace un goleador en esa situación?

Nunca lo sabremos. Yo le dí con el talón y me di vuelta con la lentitud que me caracteriza y vi un arquero qu pasaba volando dos o tres horas después que la pelota entraba en el arco.

Que Hugo se refregara los ojos como queriendo saber si todo era parte de un sueño, que Ariel hiciera el gesto de "no puede ser" fueron reacciones lógicas... que alguien haya propuesto declarar el 27 de junio el día del "taquito", parece exagerado.

1 a 1 final, y lo más lindo de la tarde; la cara desencajada de un rival que venía a golearnos.